El orden, la luz, la flor o la música. Los principales elementos de las procesiones cartageneras son el referente de los cortejos pasionales que cada año ponen en la calle los marrajos, en los que la sobriedad es un signo de distinción. Las más antiguas procesiones de Cartagena, las de la cofradía Marraja, ofrecen una visión serena de la Pasión, a través de obras de enorme valor artístico que concitan la devoción de cartageneros y visitantes.
Cuatro son las procesiones que cada año pone en la calle la Cofradía Marraja: la de Promesas de la Santísima Virgen de la Piedad en la noche del Lunes Santo, la del Encuentro en la Madrugada del Viernes Santo, la del Santo Entierro en la noche de ese mismo día y, por último, la de la Vera Cruz en la tarde-noche del Sábado Santo.
Las del Viernes Santo, las más antiguas, datan del siglo XVII, siendo organizadas por los Marrajos desde 1663. Serían los dos únicos cortejos pasionales de la cofradía hasta ya entrado el siglo XX, cuando en 1930 se le dio carácter de procesión al traslado que cada año se venía haciendo de la imagen de la Santísima Virgen de la Piedad, dando así cabida a los miles de personas que deciden acompañarla atendiendo a alguna promesa efectuada.
Por último, en 1956 y con motivo de los cambios introducidos en la Liturgia de la Iglesia Católica, la Diócesis encomendó a la Cofradía Marraja la procesión del Sábado Santo, presidida por la Vera Cruz.