Patrimonio - Imaginería

La Cofradía Marraja, en sus orígenes, basaba sus cortejos pasionarios en una transposición urbana de los dramas sacros, la representación del Encuentro en la calle de la Amargura y el paso del Desenclavamiento y Entierro de Cristo. De ahí que su imaginería estuviese compuesta por imágenes de vestir aisladas, con las que interactuaba el pueblo devoto en representación anual de la Pasión.


La transformación experimentada por las celebraciones públicas de la Pasión a lo largo del Barroco, el progresivo auge del desfile procesional y la secular rivalidad con la Cofradía de los Californios -que contaba con tres importantes grupos escultóricos de Salzillo- llevaron a los Marrajos a incorporar nuevos grupos escultóricos de carácter narrativo que por sí solos representasen escenas pasionarias y que viniesen a completar el drama sacro desarrollado con las imágenes aisladas, adquiriendo estas últimas un papel más destacado desde el punto de vista devocional.


La decisiva configuración estética de la Semana Santa cartagenera en la transición del siglo XIX al XX, y el auge que las procesiones experimentaron en los años iniciales del pasado siglo, llevaron a los Marrajos a acometer una importante renovación de su imaginería, de tal forma que hoy en día resulta imprescindible el conocimiento del patrimonio escultórico de esta cofradía cartagenera para poder tener una visión de conjunto de lo mejor de la escultura figurativa española del siglo XX.


Sería el escultor José Capuz (1884-1964) el principal protagonista y revulsivo en esta importante renovación de la escultura procesional. Junto a él se debe destacar los nombres de Juan González Moreno o Federico Coullaut-Valera, que junto a otros escultores contemporáneos han conformado un conjunto imaginero de singular relevancia.